Caballero de fina estampa

Pensaba que en una historia que le ocurría a alguien que no diré es mi primo Felipe, no hice nada, no hablé nada ni supe mucho, a decir verdad. Luego me di cuenta que encarné -con impecable factura- un importante rol a la altura de, digamos, la mejor amiga de la niña, el suegro con escopeta o el rival peligroso, ubicuos personajes de este tipo de operetas: El del absoluto irrelevante que no tocó pito en el asunto.

Nos acordábamos con Mauricio y Marcelo de cuando, hace unos cuantos años ya, supimos que el equipo de adoración se iba casi íntegro de la Iglesia Bautista Bet-El, que queda cerca de la plaza Acevedo, en Concepción, por algo así como búsqueda de nuevos horizontes espirituales¹. Entonces y ahora -aunque no conocemos los detalles- levantamos la ceja ante ese tipo de cosas. Pero debemos reconocer que somos² unos biencomidos privilegiados en un cuerpo en el cual se nos quiere mucho.

De la isla de los locos me traje unos DVD de la primera y segunda temporada de The Mighty Boosh, una serie humorística que daban en la BBC. Realmente me gusta tanto tanto, que siento un deber por traducir sus subtítulos del inglés al español yo mismo, pues sólo los poetas podemos traducir a otros poetas³. Seguramente lo tendré hecho para el día del Níspero.

1. Carlos Hidalgo nos contó de aquello. Con casi total certeza la situación es otra hoy en Bet-El, aunque, la verdad, no sé mucho. Cuando veo a Wilfredo Riquelme no se me ocurre preguntarle del tema. None of my bussiness, me imagino, también.
2. Mauricio, Marcelo y yo participamos de los equipos de adoración en nuestra congregación.
3. Y mantenemos viva la memoria de otros poetas.