Caballero de fina estampa

William Blake ya había notado que

If the doors of perception were cleansed everything would appear to man as it is, infinite.

No había necesidad entonces de largas explicaciones respecto al inherente deseo de escaparse al infinito de los objetos matemáticos. Cuando escribí eso ya estaba pensando en remitirme a Platón, algo de difícil factura para un ignorante como yo.

Sí, sí, ustedes se preguntarán qué hace un matlabático, un myxo-bárbaro, comentando estos asuntos. La vuelta es muy larga. Todo comenzó con las noticias del sacrílego ataque a la mezquita Al Askara en Samarra, Irak, que desató una violencia inusual, aún tomando en cuenta lo acostumbrado de ésta en aquel país.

Entonces, como a mí se me ocurren cosas, se me ocurrió un cuento (que no viene al caso ejecutar) que mucho debía a un desconocido autor de ciencia ficción, de quien ni su calidad de chileno recuerdo con certeza.

Entonces sentí mucha pena de que no existiera un catastro de los autores de ciencia ficción chilenos (aquí no hacemos rocket science pero exportamos pequeño-dios-corresponsales-de-guerra y mimo-tarotistas). Sin embargo, esta preocupación, la número 48448¹ que preocupaba mis días, se desvaneció cuando en El Mercurio² me encontré un artículo que acusaba la existencia de ese necesario catastro, en un ensayo de un tal Omar Vega (que tiene una primera y una segunda parte).

Ocurrió entonces que buscando ese ensayo (del cual El Mercurio se limita a indicar se encuentra en www.letrasdechile.cl) me topé con que había ahí un relato o pedazo de diario³ de Anaïs Nin. Recordando el horror que a Maribel Salamanca le causaba que Rick Warren hubiese citado en su libro a Nin, lo leí a ver qué tanto. Me fui de espaldas. A un cebiche habría que anti-cocerlo para que quedara tan crudo⁴. Entonces fui a Wikipedia y ahí rápidamente pasé por los artículos de D.H. Lawrence, luego de Aldous Huxley y entonces de William Blake.

Y di la vuelta entera, porque como dos semanas atrás comentaban en el diario su participación en algunos movimientos artísticos en esta isla. Y bueno, al igual que Dawkins en las primeras semanas, el que me aparece hasta en la sopa ahora es Blake.


Qué triste. En la mañana, cuando comencé este artículo, tenía una idea de dónde quería llegar. Sin embargo, ahora, al volver del almuerzo, me doy cuenta que se me olvidó cuál era.


1. Este es el número de Salomón que representa lo pluralísimo, lo miriadítico. No, no es una variación de la cábala hebraica o algún arcano de aquellos que pasan a decorar al que llaman oriente eterno. Es la cardinalidad que Salomón, el profesor de Morandé y Compañía, mentor de Tutu-tutu, asignaba sumariamente a lo que no valía la pena enumerar.
2. Conservador y mentirosillo será, pero menos que antes. Y, con todo, el único diario que se puede leer en Chile. Nadie se crea que La Tercera es muy menos somero que Las Últimas Noticias. Ni Pato Navia le salva.
3. Típica página web descuidada con citar sus fuentes.
4. Con todo, no me parece cuestionable que Rick Warren le cite. Si Pablo cita a Epiménides, y Agustín a Platón, no veo por qué Rick Warren debería abstenerse de citar a Nin.